miércoles, 25 de septiembre de 2019

Magallanes: 500 años de un viaje único


El 26 de septiembre de 1519, hace exactamente 500 años, las naos “Trinidad”, “San Antonio”, “Concepción”, “Santiago” y “Victoria”, al mando de Fernando de Magallanes, recalaron en las costas de Tenerife procedentes de Sanlúcar de Barrameda. La cultura del Renacimiento empujaba a los hombres de ciencias, a los técnicos, a los navegantes, a trascender en el conocimiento de la geografía y esa inquietud hacía cotidiana la visita de embarcaciones y escuadras a las Islas en tránsito a África, América, Asia... Sin embargo, el objeto de esta expedición, que no era otro que adentrarse en los confines del mundo, era la empresa más ambiciosa que hubiese realizado cualquier ser humano después de Cristóbal Colón.

En primera instancia los exploradores centrarían todos sus esfuerzos en la localización del necesario paso entre el Oceáno Atlántico y aquel otro inmenso mar, bautizado entonces como Mar del Sur o del Pacífico, descubierto por Núñez de Balboa unos años atrás. A continuación, vencido ese primer obstáculo, llegaría el capítulo realmente épico de esta aventura navegando hacia al oeste para tentar los límites del mundo conocido, con esa fe ciega que solo vive en el alma de auténticos titanes. 

Las circunstancias del viaje, con la inesperada muerte de Magallanes en la isla de Mactán (Filipinas), dejaron en la persona de Juan Sebastián Elcano la decisión que iba a cambiar la Historia, en mayúsculas. Al decidir el regreso de las naves siguiendo la ruta hacia el oeste, viniendo por La India y África, iba a demostrar de forma indudable que el mundo era una esfera, rompiendo definitivamente así aquel miedo al horizonte, a ese finis terrae que había atenazado a las generaciones anteriores.

Cuando aquellos 18 tripulantes, de un total de 245 componentes iniciales, llegaron a Sanlúcar de Barrameda tras tres años de proceloso viaje, el 6 de septiembre de 1522, ya nadie iba a contemplar el mundo con la misma mirada. La circunnavegación de Magallanes-Elcano supuso un logro náutico incuestionable, fue una hazaña humana digna de eterna recordación, pero por encima de todas las cosas, fue singularmente un hito para la mentalidad inquieta de la época, que cimentó la confianza en la ciencia, en la tecnología, en la inteligencia frente a la más temible oscuridad.



     


Texto de Daniel García Pulido


Nota:
Las fotografías corresponden a la muestra bibliográfica que se encuentra en la Biblioteca de Canarias de la Universidad de La Laguna con documentos que referencian el paso por Tenerife de esta gran expedición.

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