Día de las escritoras: sobre el placer, la alegría y la risa. Selección de textos

Andrea Abreu

Panza de burro
Shit, la bitch me puso a régimen otra vez, me dijo Isora por teléfono. Es una dieta de cebolla, tengo que comer todo el rato sopa de cebolla dos semanas. Fos, qué asco, le respondí.

Aída González Rossi
Leche condensada
Aída está sentada en el suelo de la fiesta. Una jartada de piedras clavándole, a través de los leggins, en la parte alta de los muslos, el merengue del cacho de tarta que se está comiendo todo empegostado en los dientes.

Meryem El Mehdati
Supersaurio
Repaso los contenidos de mi mochila antes de salir: portátil del trabajo, tic; botella de agua, tic; cargador del móvil y auriculares, tic; cartera, tic; rebeca y pañuelo porque el aire acondicionado en la oficina está a -4, tic; ganas de pasar otras seis horas de mi vida siendo maltratada por Yolanda, se me olvidaron.

Yanet Acosta
Noches sin sexo
Domingo. Tarde. Su tren sale en breve. Ve un taxi. Sube. En el interior, olor a ambientador. AmbiPur Limón. El mismo que el de los helados de paquete, los licores de garrafón y los friegasuelos. En el fondo del taxi, el tufo a sudor. El escay del asiento cruje al contacto con sus muslos. Se baja la minifalda.
-¿Dónde la llevo?

Yanet Acosta
El Chef ha muerto
-Señores, para nuestra compañía supone un gran desembolso, pero necesitamos la certeza de que ha sido un muerte producto de un accidente laboral. Pura formalidad, como comprenderán…
-Las conclusiones de los primeros informes apuntan a que el óbito se produjo de forma fortuita por asfixia -explica Kolki con su aire burocrático, moviendo la cabeza ligeramente sin que un solo pelo se mueva de lugar-. No obstante, desconozco si la acción de ingerir un pulpo vivo se encuentra entre los deberes laborales de un cocinero. Por lo tanto, es algo que la policía no puede concretarles.
El abogado del restaurante del Chef, Juan Iniesta, interviene sin esperar turno:
-¡Por supuesto que comer pulpo vivo es un deber del Chef! Ser cocinero, y el mejor del mundo, requiere el esfuerzo de probar cualquier nuevo producto susceptible de revolucionar la cocina.
-Pues espero que a no muchos se les ocurra hacer lo mismo por el bien de nuestra compañía de seguros -replica Muriel, la responsable de pagos.

Dolores Campos-Herrero
Daiquiri y otros cuentos
Me siento frente a ti y te sonrío. Enemigos hasta la muerte: pienso. Pienso pero no digo. En cambio te sonrío y te brindo el primer daiquiri de la noche.

Dolores Campos-Herrero
Historias de Arcadia y otros cuentos
Fui bruja posesa
Tras la sentencia
Dijeron que los hechos quedaban probados y, por todo aquello, el furioso prior la condenó a la hoguera.
Ardía por el bien de su alma.
Mientras se oían sus terribles aullidos, no pudo aquel hombre tan casto dejar de soñar con la mujer desnuda.

Dolores Capos-Herrero
Eva, el paraíso y otros territorios
Eva y su dichoso diario
Si hablamos de Eva, la Eva que conocemos todos, la pobrecilla injuriada, la de la costilla, nos referimos a la que sintió tal sed de conocimientos que, por puro afán de saber muchas cosas, cayó en una tentación irresistible.
Si hablamos de la Eva que vino después de Lilith, cuando Lilith ya era historia, y para que Adán pudiera seguir siendo un patriarca recto y monógamo, si hablamos de ella, tenemos que reconocer que esta mujer no sabía escribir.
Vaya esto de antemano porque a más de un incrédulo le va a costar pasar por el aro de su diario.

Dolores Capos-Herrero
Ficciones mínimas
Nunca más vuelvas a tirarte al tren. Mira Ana, que no hay Karenin que lo merezca.

Inma Luna
Las mujeres no tienen que machacar con ajos su corazón en el mortero
Esta es la línea 8 del Metro de Madrid, llega hasta la T4. Me gustan las cosas precisas, concretas. Me gusta saber hacia dónde voy. No me gusta que una estación de metro se llame Mar de Cristal porque promete un paisaje ilusorio. Sin embargo, la estación Aeropuerto T4 es lo que es, cumple con las expectativas que uno se haya hecho al respecto.

Tina Suárez Rojas
Rarefacta (poesía)
Yo soy quien se come las tizas
a la hora del recreo
yo la de las manchas de chocolate
en la camisa blanca
los perros flacos las purgas
contra el papel mojado
los gatos de luna insana
sin botas de siete leguas

María Dolores de la Fe
Isla espiral
Así,empezando a hacer un potaje de berros, fue como me enteré de que había muerto, a los 58 años de edad… (que indiscreción, dejar una mascarilla mortuoria invisible, diría que transmitida por las ondas como las telefotos, plasmada ya irremediablemente en una edad fija…) y también que frescura, no dejar siquiera un resquicio a la imaginación de las radioyentes que no conocieron al muerto anunciado, para que se les permita divagar sobre cómo sería con tal nombre, si joven, si viejo, si birriento, si de buena familia, si de fortuna tomatera… Pero, bueno también es verdad que con esa simple especificación de la edad al menos no se nos priva de poder crear una breve, fugaz novelita a nuestro gusto.

Agustina González y Romero "La Perejila"
Poesía satírica y burlesca
Calle de San Agustín,
Siempre llena de disputas,
¿cómo albergas tantas p…
desde el principio hasta el fín? (sic.)
...
Entre el farol y la Cruz
el primero más me agrada
porque éste me da luz
y aquélla no me da nada.

Berbel
Ciento volando
Elevándose por lo más alto de los picos
paseaba su cadenciosa nobleza
con la legitimidad de ser el ave,
la más hermosa de la fauna salvaje.
Su vista extraordinaria y sus fuertes garras
la hacía estar más allá del bien y del mal.
Sin achantarse ante nada y sabiendo
que águiñas no cazan moscas.
...
Aprendió el arte del anillado
para tomar mis datos, seguramente necesarios.
Conocería mis migraciones, mis desplazamientos.
Ese marcaje tan rigurosamente frío y científico.
Miré una y mil veces ese anillo puesto en mí.
un anillado para conrolarme, para conocerme mejor.
Intenté quitármelo a picotazos, y no me habría pesado tanto
si no fuera porque alcé el vuelo sin mirar atrás. 

Rosario Valcárcel
Las máscaras de Afrodita
Las chicas chillaban con el stripper.
En el principio, Dios cinceló
al hombre a su imagen.
Hoy, los gimnasios esculpen
caligrafías en cuerpos fornidos.
Repleto de músculo se derraman
brazos y torso de Geyperman.

Raquel Antúnez
Molly, terapeuta de fantasmas
Hasta los doce años no aprendí que tenía que decir que sí, que había mentido y que no veía espectros ni escuchaba voces extrañas, ya se me podía haber ocurrido antes, la verdad. A partir de ahí me he guardado para mí mi secreto, al menos en parte, porque si supieras a lo que me dedico…
Vale, que quieres saberlo y tiene que ser ahora. Venga, pero no te rías. A ver. Trabajo para una revista, la gente me escribe correos electrónicos y me cuenta que se ha muerto alguien con el que estaba enfadado o lo que sea, y yo allá que voy.

Yolanda Delgado
«Antes de arrojarse al mar, la señora Brown fue a misa»
Casi todas las familias guardan en el relicario algunos santos laicos de su propia estirpe. Mujeres y hombres más o menos excéntricos, más o menos cuerdos, impulsivos o pasionales, siempre únicos en su esencia. Cometieron la osadía de vivir leales a sus sueños y a sus convicciones sobre todo en épocas oscuras, cuando terminaron por caerse las máscaras y llega la hora de demostrar de qué material tiene cada uno hecho el fondo. Sin ellos, el relato de nuestra historia familiar no sería más que una aburrida sucesión de nombres y fechas de natalicios, casorios, rupturas y defunciones.
Hace relativamente poco, supe que mi bisabuela paterna ni se llamaba Yenny ni era inglesa.

Yolanda Delgado
Puro cuento
Y cuando el hombre logró al fin extinguir al hombre, el último en reír fue el mono

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