El Día de las Letras Canarias de este año está
dedicado a la escritora grancanaria Natalia Sosa Ayala (1938-2000). Su figura, durante
muchos años relegada a un segundo plano por la academia y el público, ocupará
el puesto de honor que se merece dentro de nuestra literatura. No solo destacó
como excelente poeta, sino también como narradora y periodista. La voz de Sosa
Ayala ‒crítica, inconformista, subversiva‒ nos revela el testimonio de una
mujer que, pese a la dictadura, no vaciló en esgrimir sus versos y reclamar su
lugar en el mundo.
La influencia de su padre, el poeta Juan
Sosa Suárez, y el ambiente intelectual que se respiraba en su casa de Ciudad
Jardín, donde asistían personalidades como Paco Sánchez, José Gopar o Manuel
González Barrera, propiciaron la atmósfera perfecta para que la joven Natalia
pudiera dar rienda suelta a sus inquietudes artísticas. Su dedicación y amor
por la palabra escrita, la llevaron a participar de manera muy activa en la
prensa regional. Publicaciones como Antena:
semanario deportivo-cultural, Gánigo, Guiniguada, Mujeres en la isla,
dirigida por María Teresa Prats, o Fablas
gozaron, desde 1955, de sus colaboraciones, de sus poemas, artículos y
entrevistas.
A los veintiún años, en 1959, debutó con
su primera novela, Stefanía. Con una
carta-prólogo de Ventura Doreste e ilustraciones de Pepe Dámaso, esta historia
de juventud presenta, a través del amor imposible entre la protagonista y su
cuñado, las claves fundamentales del mundo literario de la autora. Ya empieza a
fraguarse la expresión de ese deseo frustrado e imposible, el amor por la
naturaleza y el erotismo del cuerpo que tanto caracterizan su pluma.
Después de su viaje a Londres en 1961,
escribió Neurosis, sin embargo, la novela
fue censurada y no vio la luz hasta 1996, cuando se publicó con el resto de su
obra periodística bajo el título Desde mi
desván y otros artículos. Neurosis. Cartas. A pesar de esto, Natalia Sosa
no cesó en su empeño. Así, al poco, vuelve a la escena literaria con Cartas en el crespúsculo (1963), una
obra de gran lirismo, intimista, en la que la narradora encuentra en el mar a
su confidente, al destinatario de esas cartas escritas a la caída del sol.
"Muchacha sin presente" en la revista Fablas nº 26-27, enero-febrero 1972 |
Comienza
el camino hacia la autodeterminación y la posesión de una nueva identidad. Diciembre (1992) y Cuando es sombra la tarde (1999) fueron la antesala a su obra
póstuma, Los poemas de una mujer apátrida
(2003), a ese reino propio hecho de tinta y recuerdos.
Natalia Sosa Ayala, esa «muchacha ausente» que escribía «poemas en el aire», muere el 13 de noviembre de 2000, dejando un legado único en nuestras letras.
Texto de Carlos Alayón Galindo
La he incorpodado en mi clase de Escritura Creativa y, desde entonces..., no he podido separarme de ella.
ResponderEliminarÉste poemario se publicó gracias al estímulo de Víctor Ramírez y Rafael Franquelo y la inquietud de José Almeida y Esther Rodríguez
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