viernes, 27 de marzo de 2020

El Aislamiento

Estar aislado es vital. Las epidemias sufridas en Canarias han sido muchas y todas se han resuelto de la misma manera: cordón sanitario. En 1582 la peste bubónica causó más de 5.000 muertes en una población de apenas 20.000. Quien se saltara el cordón sanitario recibía 200 azotes. En 1601, se sufrió la letal peste, al desobedecer las órdenes del Cabildo, uno de los dos barcos fondeados en la bahía de Garachico, de que nadie bajara a tierra, contagiando a toda la población. Se pusieron horcas para quien no cumpliera el aislamiento. En Tenerife, en 1810, la fiebre amarilla o “vómito negro” mató al 20 por ciento de la población. En 1851 el cólera dejó miles de muertos en Gran Canaria.


Dr. Agustín Pisaca
El doctor Agustín Pisaca, al que consideramos tacorontero, tuvo gran importancia en el control de las epidemias. En 1893 se aisló de la población, confinándose con los enfermos de cólera, disminuyendo la mortalidad del 17 al 3 por ciento. Al año siguiente haría lo mismo con los enfermos de viruela. También estaría al frente de la epidemia de difteria, en los pagos de Anaga, Taganana y Benijo. A su regreso del aislamiento –a pesar de las precauciones y de sus conocimientos- fue abrazado por sus hijas, las que contagió de viruela, muriendo al poco tiempo las dos niñas.

A pesar del drama familiar, a principios del siglo XX, dedicó todos sus esfuerzos en combatir las epidemias de paludismo y viruela. En 1906, en la peor de todas las plagas, la peste bubónica, el doctor Pisaca dejó nuevamente a su familia, encerrándose en el hospital que organizó en el Lazareto, logrando reducir la mortalidad del 37 al 9 por ciento. En Tacoronte adecuó el edificio de la Alhóndiga para el aislamiento de los enfermos. También logró que se construyera un cementerio en condiciones en este municipio, ya que la necrópolis era un pudridero de cuerpos mal enterrados.

Se podrían contar muchas cosas de este ejemplar doctor que murió en Tacoronte el 21 de agosto de 1935. Si bien, lo más importante de este relato, es entender la importancia que tiene quedarnos en nuestras casas, y la necesidad que tiene todo el personal sanitario, entre otros colectivos, de recibir cada noche los aplausos de todos los españoles.
Enrique Acosta


Agradecemos al autor del artículo que nos haya permitido su difusión en este blog.
Enrique Acosta Dorta es un estudioso de la historia de Canarias, de Tacoronte en especial, fotógrafo y autor de diversas obras que se encuentran en nuestra biblioteca



Para saber más del impacto que en el pasado tuvieron las epidemias en Canarias y cómo se afrontaron pueden consultar documentos sobre peste, cólera, viruela o fiebre amarilla en Patrimonio Bibliográfico Lacunense. 

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